Maquillaje al natural

Hace un rato vi en Facebook una publicidad que dice (y cito) «Al margen de las variaciones de luz tanto de día como para salir de noche, LES BEIGES convierte lo natural en un estilo de vida». O sea, ¿alguien me puede explicar qué significa esto?

Viéndolo bien dice que el maquillaje ese hace lo natural el estilo de vida. Si lo leemos más profundamente dice que te tienes que ver natural, pero maquillada, porque en el fondo, si no te maquillas y te ves natural de verdad, te ves mal. ¿En qué clase de sociedad vivimos?

Para los que no me conocen, yo no me maquillo, y nunca lo he hecho (bueno, un día en el colegio, pero me dio alergia así que no seguí. ¡Ah! y otra vez para un disfraz). Mi día a día lo paso solo a cara lavada y a veces me peino también, pero nada de estucarme la cara ni ningún adorno. Ni si quiera tengo para ponerme aros.

La verdad es que no tengo nada en contra de las mujeres que se maquillan. Está bien si quieren resaltar los ojos, o quizás esconder una mancha, disimular las ojeras o qué se yo. Está bien, da lo mismo, igual se ven bonitas (a menos que se maquillen al extremo). Lo que me carga es la industria del maquillaje.

Esta es como too much

Esta es como too much

Si lo piensan bien, lo que dicen estas grandes fábricas de disfraces faciales es que la mujer es fea, que si no se maquilla es un ogro y Dios nos libre de verlas sin delineador o brillo de labios. Amén. Y lo peor de todo es que ha sido tan fuerte la campaña que las mujeres lo creen (creemos), y nos afecta mucho más porque, por alguna razón, no nos gustamos, como que nos fijamos en EL DETALLE de nuestro cuerpo o cara que no nos gusta y creemos que todos se fijan en eso, y no siempre es así (aunque no falta el imbécil que te hace notar un defecto como si ellos fueran tan perfectos).

Y más encima, las empresas de maquillaje tienen EL DESCARO de decir «convierte lo natural en un estilo de vida COMPRANDO NUESTROS PRODUCTOS» Mujeres, si realmente convirtieran lo natural en un estilo de vida, no se maquillarían. El otro día también leí una cuestión de una mujer que dejó de maquillarse y decía que los amigos se alejaron y que no podía poncear en los carretes porque parece que era terriblemente fea sin maquillaje. Pffff, o sea, dah, si usas el maquillaje como pasta muro y no dejas que tu verdadero rostro salga a la luz, obvio que la gente, cuando te vea al natural (de verdad) va a pensar que te pasa algo. Pero eventualmente se van a acostumbrar a tu verdadera cara.

bellezareal

Y bueno, voy a parecer comercial de dove, pero es verdad eso de que la belleza es cuestión de actitud. Si andas todo el día con la cabeza gacha y creyendo que te ves mal, te vas a ver mal. En cambio, si sonríes y sacas lo mejor de ti, vas a brillar. En serio. Porque, hay que aceptarlo, no todas somos como la Vale Bozo, una compañera mía que es la sensación del bloque, la más linda de la carrera (creo yo) y que, aparte de ser linda de cara, es linda de actitud, aunque eso lo podemos ser todas.

Así que, industria del maquillaje, no quieran vendernos una falsa idea de belleza y naturalidad, porque lo natural y la belleza no se venden, se lleva en la piel. Y si eres una mujer que se maquilla, no lo hagas para «esconder tu fealdad», hazlo para realzar tu hermosura, porque las mujeres somos bellas hasta sin bañarnos ni depilarnos ¡Y que no nos digan lo contrario!

Corre

El sol se escondía tras los grisáceos departamentos, dejando tras de sí un color naranjo en las nubes. Todo parecía normal. Pero algo agitó aquel apacible atardecer…

Una apurada sombra pasó velozmente sobre las murallas. La dueña de aquella sombra recorría veloz las calles, se oía su agitada respiración. Estaba corriendo. Estaba huyendo.

Las casas que tan familiares habían sido para ella, ahora le parecían solo obstáculos que le impedían arrancar. Sintió un dolor en el costado, en el hígado, como le había dicho una vez su madre, donde no llegaba suficiente sangre, porque no sabía respirar mientras arrancaba.

Las gotas de sudor corrían desde su frente, como si hicieran carrera por llegar a su mentón. Su cara estaba empapada, y sentía como si el frío aire le acuchillara el rostro. Miró de soslayo hacia atrás. Escuchó los rápidos pasos de su perseguidor. No se podía detener.

Su negro y largo cabello le golpeaba la espalda, como finos látigos que la azuzaban a ir más aprisa. El pánico por ser pillada le oprimía el pecho. Apretó los puños. Le costaba respirar.

¿Cuánto más tendría que correr? Estaba cansada, pero su perseguidor seguía tras ella, cada vez más cerca.

La muchacha corrió tanto como sus pies se lo permitieron, pero sin darse cuenta, llegó a un callejón cerrado. Golpeó la muralla como esperando a que se abriera, el que la seguía estaba cada vez más cerca. No había escapatoria.

Oyó la respiración de su perseguidor tras ella, el cálido vaho le hacía cosquillas en la oreja. Los últimos rayos de sol arrojaron una luz sanguinolenta sobre las esponjosas nubes. El chico puso su pesada mano en el hombro de la muchacha.

– ¡Pinta! Ahora tú la traes.

El chico sonrió satisfecho mientras la muchachita lo miraba con enfado. Siempre la perseguía a ella, porque era muy fácil pillarla. Al final, él siempre ganaba.